martes, 26 de agosto de 2008

Eso que nadie sabe muy bien qué es

Fragmentos sobre un amor tumultuoso

1- Fue un amor tumultuoso. Ahora está solo, triste, desahuciado. Están agotadas todas las posibilidades de volver a verla: lo sabe. Sin embargo una ciega e ilógica esperanza insiste y todo le parece un indicio que anuncia su regreso.
2- Una mujer despechada por amor, puede llegar a parecerse a una fiera sedienta de venganza. Un hombre –como él- abandonado, es una piltrafa.
3- Una noche la piltrafa ilógicamente esperanzada se propuso olvidar aquel amor tumultuoso. Pero se dio cuenta que el cuerpo tiene una memoria voluptuosa, independiente de nuestra voluntad.
4- Otra noche, exultante por su triunfo, se dijo: lo logré, hoy no he pensado en ella. Y, vencido, la recordó otra vez.
5- Una tarde entró en un bar y pidió un café. Cuando estuvo el pocillo y la jarrita de agua sobre la mesa, sigilosamente ella apareció…fresca y transparente como el agua de la jarrita, junto a él, tan denso y oscuro…como el contenido del pocillo. Revolvió el café como si revolviera su propia alma y en el centro mismo del torbellino, vio asomar sus manos diciéndole adiós…y sus labios, en el vórtice, luego, sonriéndole…o sólo los deseó, o recordó cómo los deseaba…entonces como si besara la porcelana, cerró los ojos y bebió de un sorbo el café.
6- De pronto el vacío; que no era más que la verdad estallando ante sus ojos.
7- Ahora ni siquiera en la borra veía una posibilidad. Sólo la desierta tibieza del pocillo le sirvió de consuelo y pasó los dedos por el borde de la tacita, como si acariciara sus labios, que tanto deseaba. Y se sorprendió de pronto, sonriendo tristemente. Sonriéndole tristemente a un pocillo de café…miró alrededor, temeroso, asegurándose de que nadie lo mirara. No bebió el agua; tal vez quisiera, de este modo, conservar intacta su frescura. Como símbolo, tal vez, o como tributo.
8- Al salir le pareció oír su voz entre los murmullos del bar: lo llamaba. Pero no se atrevió a buscarla.
9- Al llegar a la calle, creyó ver su rostro reflejado en una vidriera: lo miraba. Pero no se atrevió a darse vuelta.
10- Fue un amor tumultuoso. Ahora camina solo, triste y desahuciado. Están agotadas todas las posibilidades de volver a verla: lo sabe. Sin embargo una ciega e ilógica esperanza insiste y todo le parece un indicio que anuncia su regreso…


Consejos

Silvina

“¿Querés que te diga una cosa Silvina…?”
¡No!”, hubiera dicho yo; pero ella no esperó mi respuesta. Los que dan consejos no esperan a que el aconsejado apruebe o no: arremeten con su perorata convencidos de su verdad como si fueran semidioses u oráculos a los que uno acude a consultarlos...
”…el tipo no te quiere; perdoname que te diga esto; para mi te usa y la quiere a la mujer…y dejame que te dé un consejo,- y no te lo digo como hermana, te lo digo como amiga, de mujer a mujer-: dejalo Silvina, no te hagas ilusiones: no se separa mas; ¿qué vas a esperar…? Y dejame que te dé otro consejo…”
Yo no le pedí su opinión. No tengo dudas sobre lo que siento por Andrés; no sé muy bien si me importa lo que pueda pasar más adelante: lo quiero, la pasamos muy bien juntos; nunca me mintió, siempre supe que estaba casado. Me duele oír hablar así a mi hermana. Estamos hablando de sentimientos; del amor en todo caso, aunque no sepamos bien de qué hablamos; es decir, creo que hablamos del amor, en abstracto, sin definirlo –sin saber y sin poder definirlo, si es que tiene definición-; no sé si soy clara…una no puede manejar lo que siente; lo digo por mi, pero también lo digo por ella …

***
Andrés

“Mirá Andrés, yo entiendo que te guste y que la pases bien con la mina… ¿como se llama? Silvina, con Silvina, digo…pero no sé…me parece que ya está; tu mujer es una mina genial…no se merece esto…”
Mi hermano Ernesto es el único de la familia que sabe lo de mi relación extramatrimonial con Silvina. Sentí la necesidad de contárselo cuando advertí lo que me pasaba; ese deslumbramiento –un poco adolescente-, que Silvina me provocaba; necesité un confesor y me pareció que Ernesto, mi hermano mayor, iba a entenderme…
” Si me permitís te voy a dar un consejo…”
¿Y qué voy a decirle?, si no esperó mi respuesta; los que pretenden dar consejos no esperan tu aprobación, a veces te avisan, como si fuera algo inevitable: solo para alertarte, pero no dejan lugar para que decidas. Su consejo me pareció inhumano; no solo por Silvina, sino por mí; creo que no entendió nada de lo que me pasa. Estamos hablando de sentimientos; del amor en todo caso, aunque no sepamos bien de qué hablamos; es decir, creo que hablamos del amor, en abstracto, sin definirlo –sin saber y sin poder definirlo, si es que tiene definición-; no sé si soy claro…uno no puede manejar lo que siente; lo digo por mi, pero también lo digo por él…

***
Silvina y Andrés

Andrés y Silvina habían terminado de hacer el amor; él encendió un cigarrillo y se lo pasó a ella mientras se llevaba otro a la boca para él.
Silvina cerró los ojos y aspiró suave pero intensamente su cigarrillo; luego, mientras lanzaba el humo miró a Andrés y le preguntó: “¿Qué es el amor para vos? Digo, este sentimiento que nos une ¿qué es?”
“! No me vas a creer - dijo con sorpresa Andrés-…pero iba a preguntarte lo mismo en este momento…!
Se miraron en silencio largo rato. Sus expresiones eran reflexivas; como si indagaran en lo profundo de sus miradas en busca de la respuesta. Luego se besaron suavemente, se abrazaron y volvieron a hacer el amor.

“No sé qué es el amor”, pensaron cada uno por su lado, “…pero por ahora sigo solo sus consejos…”, acabaron diciéndose, en silencio, cada cual para sí, sin saber en realidad de quién ni de dónde partía ese pensamiento.

La buena pipa

 Anodina y sempiterno: curiosamente escuché estas dos palabras varias veces esta semana, divorciadas y en contextos distintos, pero por algú...