viernes, 29 de septiembre de 2017

Bares 1

    Cualquier bar del centro. Un buen libro, un café, los cigarrillos. Suficiente para ausentarme de la madrugada y sus misterios, para alejarme de la tarde y espantar sus nubes opresoras; suficiente para olvidar la lluvia o para apagar el sol por un ratito.
    Cualquier bar del centro, un buen libro, un café, los cigarrillos, bastan para que nadie me encuentre, para no oír tus nudillos en la puerta, ni ver tu nariz contra el vidrio. No es descortesía, no. Solo estás viéndome lejos, muy lejos, no sé dónde.
    Un buen libro, un café, los cigarrillos, en cualquier bar, y que el mundo se venga abajo.

    Y después, cuando la náusea asoma, cuando me veo obligado a volver y ver estos rostros que invitan al vómito…entonces cede sumiso su lugar, el libro al cuaderno y practico este vicio inútil: escribo; comienza entonces la cacofónica birome a defecar signos; a vomitar lo que no pueden digerir o entender mis ojos, mi piel, mi olfato…Y cuando ya no quiero más café y el cenicero da asco repleto de colillas; cuando ya el libro suspendido, dejado a un lado, durmió lo suficiente y cuando el cuaderno que, burlón y heroico soportó las cosquillas de mi birome, lanza la primera carcajada…asustado y herido corro a buscarte porque estoy desesperado, perdido, recién llegado; y necesito un poco de consuelo para este regreso sin gloria a este lugar desconocido.

La buena pipa

 Anodina y sempiterno: curiosamente escuché estas dos palabras varias veces esta semana, divorciadas y en contextos distintos, pero por algú...